Para
el harakiri
no
existe
ocaso,
es imperio
del
sol
sólo
naciente.
Trama
–del
ser al metal
y de vuelta–
el resurgir:
la sangre
del suicida
sirve
de riego
al
arroz.
Cualquier
sacrificio
encuentra
a su
serpiente:
mordiéndose
la
cola,
la
cifra
de
infinidad
se le hermana.
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