viernes, 4 de octubre de 2013

HARAKIRI





Para el harakiri

no existe
ocaso,  

es imperio
del sol

sólo naciente. 

Trama

–del ser al metal
y de vuelta–

el resurgir:

la sangre del suicida

sirve de riego
al arroz.

Cualquier sacrificio

encuentra
a su serpiente:

mordiéndose
la cola,

la cifra
de infinidad

se le hermana.              

LABIOS




Desembocan
tus labios

lejos.

De un paisaje
efigie:

desnuda

pruebas
que todo

es repetido.

Hasta ramas
acumula

tu cause

a sus riquezas.

Porque,

junto al proclive
de vida,

la muerte

en la marisma
impera.

Yo respondo
repartiendo

–río arriba,

río abajo-

besos.